lunes, 5 de julio de 2010

El día que fui pingüino (Punta Tombo - Chubut)

Fue la visita más increíble que viví en contacto con animales. Estaba tan loco y excitado por verlos, tocarlos, abrazarlos (sólo lo primero está permitido) que casi me echa un guardafauna a los cinco minutos de ingresar.



En el ingreso a la Reserva recibimos las indicaciones sobre como comportarse en el lugar. No traspasar las piedras que indican el sendero, si cruza un pingüino quedarse parado; y sobre todo respetarlos. Ellos están en su casa, nosotros unos meros invasores de su habitad.

Apenas arrancas por el sendero ves un nido y otro y otro; comienzan a aparecer con ese andar chaplinesco. Y te querés sacar fotos, verlos de cerquita. Entre tanta pose con las aves más simpáticas, ni te das cuenta que estás del otro lado de las benditas piedras limítrofes.



"Señor, no escuchó las indicaciones de la entrada. Respete. Al final los pingüinos van a posar con usted para la foto. Así que cumpla las indicaciones, sino afuera.” -dijo un guardafauna que me tocó con su dedito mi hombro.
Tenía toda, absolutamente toda la razón. Me sentí un jugador advertido por el árbitro, dándole la última chance antes de mandarlo a las duchas. Por dentro pensaba, él está cansado de verlos, yo hace años tengo vengo planeando estar en este lugar aunque sea media hora. Seguía teniendo razón él.

A partir de ese momento, fui un duque; pensando en sus palabras: “al final van a posar con usted para la foto”. Más cerca estaba el final y aparecían de a cientos juntos. Te caminan a tu lado. Te miran. Posan también.



Desde el mirador en la costa, la playa parece la Bristol; pero de pingüinos. Es el balneario del momento.

Ahora bien, en la agencia turística te dicen hay entre 500 mil y un millón. Escucharlo suena a mucho, verlos es abrumador, sencillamente increíble.

viernes, 2 de julio de 2010

Cuesta del Portezuelo (Sierra de Ancasti - Catamarca)

La zamba, su fama, sus comentarios, me generaban ganas de conocer este rincón de nuestro país. Fui con una idea del lugar, superó mis expectativas: me traje una de las vistas más bonitas que conocí.



Desde el centro de San Fernando del Valle no tardamos más de veinte minutos en auto para llegar a El Portezuelo, una pequeña localidad emplazada en el inicio de este sinuoso camino.
Y arrancamos con el angosto ascenso a la sierra de Ancasti, que significa “nido de águilas”. A poco más de un kilómetro se nos presentó la primera sorpresa, un árbol en medio de la ruta que hace las veces de rotonda. Luego, a siete km. de la base, está el mirador donde se recuerda la famosa zamba de Polo Giménez que Los Chalchaleros la hicieron un himno del folklore.

Era momento de sacarse dudas: ¿Es realmente como cuenta la zamba? Mejor descripta imposible.



“Paisaje de Catamarca, con mil distintos tonos de verde, un pueblito acá... otro más allá..., y un camino largo que baja y se pierde”

Tal cual, estrofa que te lo dice todo, y ese camino largo q se pierde hacia el norte, camino a la Cuesta de Totoral, camino a Tucumán.



La Cuesta del Portezuelo es realmente un sueño, irreal, ese tipo de lugares que te quedas diez, quince minutos sin decir nada, sin emitir palabra, escuchando el viento q se siente distinto, como un susurro; simplemente contemplando lo que este rincón del país le regala a tus ojos.

jueves, 1 de julio de 2010

El campito a 3600 mts. (Susques - Jujuy)

Lo vimos y nos tentamos. Era una invitación a echarse a correr, a gambetear, a pegarle a esos arcos despintados. Desparramamos magia en el "Monumental" de Susques.



Hacía poquitos días que Argentina había perdido 6 a 1 con Bolivia en La Paz. Y queríamos saber si era cierto que falta el aire, que la pelota no dobla, que esto y lo otro.
Creame que quedamos encantados cuando entramos al pueblo por el primer acceso desde Purmamarca hacia Jama y a nuestra derecha apareció este rectángulo polvoriento de grandes tardes de fútbol en este inhóspito lugar de nuestro país.

La frase que se escuchó fue: "La Pasión no sabe de latitudes". Y realmente es así. Daba gusto ver cómo había esmero en esos bancos de suplentes para cubrir a los que esperan del otro lado de la línea de cal de esos vientos puneños que nunca faltan.


Diego (10) dice que ve a todos los jugadores, sin importar la categoría o país en donde jueguen. Habría que hacerse una viajecito a Susques, quizás algún valor sacamos para cuando nos toque visitar a Bolivia en La Paz o a Ecuador en Quito.

Ahora bien, la duda quedó planteada. ¿Es cierto el mito de la altura o lo nuestro físicamente fue lamentable? Todos pensamos lo mismo, nos inclinamos por la segunda opción.